No temerás los terrores de la Perplejidad, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que devasta a pleno sol.Por todos estos pecados y por los pobres infelices que los cometen, me atrevo a pedir, oh Jesús, la efusión de Tu infinita misericordia. Son los pecados los que Te hicieron terminar en el Huerto